La figura del maestro es muy importante porque es quien, sin tener los conocimientos o los medios para ver el camino, te guía.
Esteban Batallán Cons (Barro, 1983) comenzó en el mundo de la música gracias a las inquietudes de su padre. Con él se fue a una tienda para elegir qué instrumento debía tocar, y el dependiente lo tuvo claro, la trompeta. Desde entonces no paró de formarse hasta llegar a cumplir su sueño, formar parte de la Chigago Sympony Orchestra. Ayer, el trompetista gallego deleitó al público de Merza en el Galaico Brass Festival
¿Cómo se inició en el mundo de la música?
Mi padre es un forofo de la música, un gran melómano, y en el año 1989, en Barro, se creó la primera escuela de música, empecé allí a estudiar. Él había intentado antes con mis dos hermanos mayores, que estudiaran, pero ninguno siguió el camino. Yo empecé con seis años y medio y a los pocos meses comencé a dar clases de trompeta con Javier Viceiro.
Comenta que sus hermanos no quisieron seguir, pero usted sí, ¿por qué?
Si te soy sincero, no tengo ni idea. Creo que directamente a ellos no les llamaba tanto la música y de algún modo a mí me llamaba más.
Y de todos los instrumentos, escoge la trompeta, ¿por qué?
Esa pregunta me la hago siempre. No tengo ni idea. Supongo que por una fijación de algo. De esto que cuando eres niño y algún día viste alguna trompeta y te llamó la atención. El día que fuimos a comprar una trompeta, probé más instrumentos, y cuando llegué a la trompeta, nada más ponérmela en la boca, hizo un sonido. Entonces el dependiente dijo: “Creo que la trompeta va a ser lo de él, tiene pinta de trompetista”. Además, yo la quería.
Acláreme que pinta tiene un trompetista.
Dentro de la familia del metal, la trompeta es el instrumento más dominante, más líder. A veces tú escoges el instrumento, pero el instrumento te escoge a ti también. La trompeta es un instrumento que, por decirlo de alguna manera, y sin que suene fanfarrón, requiere un poco más de arrogancia y que requiere de un poco más de carácter.
Una vez elegido el instrumento, comienza su formación.
Al principio, comencé totalmente por entretenimiento, en la banda de la escuela de música y poco a poco fui yendo de banda en banda, hasta que un día haces algo más serio. Gané el concurso de Juventudes Musicales de España cuando tenía 15 años. A los 16 entré en la Joven Orquesta Nacional de España y ahí ya te planteas las cosas de una forma más profesional y seria.
¿Cuándo pasa de ser un entretenimiento a una profesión?
Creo que, desde muy temprana edad, quizás a los 10 u 11 años, cuando entro en la Banda Municipal de Pontevedra, ya era algo más constante, con ensayos y conciertos. Todas las personas que tocan un instrumento, a muy temprana edad, lo profesionalizan, porque requiere horas de estudio, de práctica, y aunque a la larga estos no se enfoquen en la música cuando son estudiantes se están profesionalizando en ello. Para mí el clic fue cuando de adolescente ya decidí que quería tocar la trompeta como modo de vida.
Su lema siempre ha sido trabajo, esfuerzo y humildad.
Es una cuestión de personalidad. La procedencia ayuda. Yo procedo de una familia muy normal, humilde, del norte de España, de una pequeña aldea. Nací en los años 80, cuando las cosas no eran tan locas como a día de hoy con las pantallas. En cuanto al trabajo, si no practicas, estudias o te dedicas es complicado. Hay que esforzarse porque a veces hay muchas piedras en el camino. La humildad para mí siempre ha sido un caballo de batalla, porque no hay nada más bonito que dejar la parte artista a un lado. Los artistas a veces somos un poco divos, pero necesitamos serlo para protegernos de algún modo de los momentos en los que estas tocando. Si no tienes un método de protección, donde creértelo, de arrogancia, a lo mejor la presencia del público te puede comer o afectar. Así que tienes que tener esa parte, pero en cuanto te bajas del escenario eres una persona normal como otra cualquiera. No eres ni más, ni menos que nadie. Siempre intento enfocar todo los puntos de mi carrera, tanto personal como profesional, desde la más absoluta humildad y con una sonrisa.
Mencionaba antes a Javier Viceiro, al que considera su maestro, ¿qué importancia tuvo en su trayectoria?
Para mí Javi representa mucho. No solamente a nivel profesional, sino a nivel personal. Creo que la figura de ese maestro es muy importante, porque es la persona que, sin tú tener los conocimientos o los medios de visualizar el camino, te guía. Si el maestro es muy bueno, tienes un mayor porcentaje de acierto. Yo empecé a dar clases con él hace 34 años. Desde entonces no pasa tiempo sin que hablemos, nos veamos, charlemos y aunque con el tiempo las conversaciones han mudado, porque antes era yo el que preguntaba y ahora es él el que me pregunta a mí, seguimos teniendo esa hermosa relación. Sigue siendo mi mentor.
En el 2000 entra a formar parte de la Joven Orquesta Nacional de España, ¿cómo es esa entrada?
Entré a través de una audición a nivel nacional, que se hizo en el año 2000. Se aplicaba a cuatro puestos y yo fui uno de los seleccionados, y coincide con que fui uno de los más jóvenes seleccionados en la historia de la orquesta. Porque hasta el 2004 podían audicionar menores de 18 años, después ya no. Recuerdo que entré con 15 años, junto con otro compañero, y compartíamos escenario con chicos que tenían 10 años más que nosotros.
Estando con la Orquesta Ciudad de Granada y para preparar una actuación se compra una grabación de la Chicago Symphony, ¿ya la conocía antes de formar parte de ella?
No sabía ni donde estaba Chicago en ese momento. Me compré la grabación porque en la tienda era la única que había, pero la orquesta no me sonaba de nada. Ante la necesidad de escuchar esa grabación para saber como iba, me la llevé un poco decepcionado. Mi sorpresa viene cuando pongo el disco y empiezo a escuchar. Fue impactante. Y tras ese momento solo quiero escuchar a esa orquesta.
Tras ese momento se convierte en su sueño entrar en esa orquesta, y lo ha conseguido.
Yo quería ocupar esa silla de trompeta principal y cuando el que la ocupaba se retiró en 2003, me presenté a las audiciones en Chicago. Obviamente era muy joven e inmaduro para un puesto de tal magnitud. Muchos años después se dieron las condiciones. Aunque cuando me aceptaron por primera vez, en 2017, mi petición de visado no fue aprobada, así que perdí esa oportunidad. Hasta que en 2018 volvieron a pensar en mí, porque ellos nunca perdieron mi nombre de la cabeza. Ahí ya sí que pude acudir.
Tras cumplir su gran sueño, ¿le queda algún otro por alcanzar?
Muchas veces me hacen esa pegunta, pero para mí no hace falta nada más, ya estoy donde quiero estar. Para mí, la Orquesta Sinfónica de Chicago representa la cúspide de la música sinfónica en el mundo. Obviamente, como todas las artes, es muy ambigua y lo que le gusta a unas personas no le gusta a otras. Sigo teniendo ambición, pero esta es perseverar donde estoy y de dejar huella a la siguiente generación, de la misma manera que yo tuve la oportunidad de ser marcado por esa orquesta. Para mí, el hecho de dejar un legado o de tener un legado es muy importante y es una responsabilidad que me tomo muy en serio.